Hoy estaremos meditando en uno de los textos más preciosos acerca de la encarnación. Juan 1:1-14:

«En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 

Este era en el principio con Dios. 

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. 

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. 

La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. 

Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.

Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. 

No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. 

Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. 

En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. 

A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. 

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 

los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. 

Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad»