A seguir, expongo un extracto de una entrevista realizada por Matt Smethurts al pastor Timothy Keller, sobre el lugar del trabajo en las Escrituras:

En lugar de ver el trabajo como algo que debemos hacer para luego seguir con las cosas que de verdad importan en la vida, usted sugiere en su libro Toda buena empresa: conectando tu trabajo con el trabajo de Dios (Every Good Endeavor: Connecting Your Work to God’s Work, en inglés) que nuestra vocación es en realidad el campo principal en el que descargamos nuestro llamado a servir a nuestro prójimo y a colaborar con Dios en su cuidado amoroso del mundo. ¿Qué hay de malo en solo trabajar para el fin de semana? 

La frase “trabajar para el fin de semana” expresa ordinariamente una visión del trabajo como un mal necesario, pero Dios puso trabajo en el jardín del Edén, así que debe ser un bien enorme, algo que encaja y completa parte de nuestro diseño. La frase también puede significar trabajar solo por el dinero necesario para disfrutar en el tiempo de ocio. Pero la Biblia considera el trabajo como un servicio: el servicio a Dios y a nuestro prójimo.

Usted escribe “Sin una comprensión del evangelio vamos a vernos desilusionados de manera ingenua y utópica, o cínica”. ¿Cómo se manifiesta nuestra tendencia a idolatrar o demonizar particularmente en nuestro trabajo?

El evangelio incluye las buenas nuevas de que el problema con el mundo es el pecado, el pecado que está en todos nosotros, el pecado que estropea todo, y que la única esperanza es la gracia de Dios. Eso nos impide localizar el problema real en cualquier cosa creada (demonizar algo que es creado por Dios y bueno) o localizar la solución real en cualquier cosa creada (idolatrar algo limitado y caído). Además, la Biblia nos permite saber que aunque el reino de Cristo ya está aquí, todavía no lo está plenamente. Somos salvos, pero todavía muy imperfectos, y aun así vivimos en la certeza de que el amor y el bien triunfará en el mundo y en nosotros.

En resumen, no tenemos ninguna razón para enojarnos demasiado o para ser demasiado optimistas con ninguna tendencia, objeto o influencia. No tenemos ninguna razón para ser demasiado optimistas o pesimistas. Esta visión de la vida equilibrada por el evangelio tiene un efecto enorme en la forma en la que trabajamos. Los periodistas cristianos no deberían ser demasiado cínicos, ni deberían escribir artículos inflados de propaganda. Los artistas cristianos no deberían ser ni nihilistas completamente oscuros (como es mucho del arte contemporáneo), ni sentimentales, edulcorados, o estrictamente comerciales (haciendo cualquier cosa que venda). Los cristianos en los negocios deberían evitar tanto las exageraciones tipo “esta empresa va a cambiar el mundo” como el cinismo de “trabajar para el fin de semana”.

Usted también observa que cuando “nuestra identidad está desligada de nuestro trabajo, experimentamos una nueva libertad, tanto de nuestro trabajo como en nuestro trabajo”. ¿Cómo pueden los cristianos enraizar su identidad correctamente y ser así liberados tanto de trabajar demasiado como de trabajar demasiado poco, y quedar, de hecho, “libres para disfrutar del trabajo”?

Es muy posible creer que tu identidad profunda debería estar en Cristo, pero tener un corazón que funciona como si estuviese basada en tu trabajo. El Dr. Martyn Lloyd-Jones, que era originalmente un médico, dijo que “hay muchos a quienes he tenido el privilegio de conocer cuyas lápidas bien podría llevar el epitafio triste … ‘un hombre al nacer, un médico al morir’”. Una cosa es creer que somos justificados por la justicia de Cristo, y no por nuestros propios logros, y otra cosa es dejar que la doctrina de verdad moldee nuestros afectos, la forma en que funciona nuestro corazón.

¿Cómo se cambia el corazón? Esta pregunta merece una respuesta de una semana, o una sola frase. Así que aquí está la frase: “La Sagrada Escritura y la oración: una es la fuente de agua viva, la otra la cubeta con la que la vamos a sacar” (John Newton, Works, Vol. 1, p 141).

Martyn Lloyd-Jones dijo una vez: “Para mí la obra de la predicación es el más alto, más grande y más benevolente llamamiento al que nadie puede ser llamado”. ¿Se equivocaba Lloyd-Jones al elevar un llamamiento por encima de todos los demás?

Quizás. No creo que Lutero estuviese de acuerdo con él. Él sostuvo con fuerza y convicción que, dado que todos los llamamientos son de Dios, y que todos los llamamientos humanos hacen la obra de Dios, todos ellos tienen la misma dignidad.

Pero sigo siendo favorable a la declaración de Lloyd-Jones, sobre todo cuando dice que la predicación es el llamamiento más “lleno de gracia”. Tal vez él diría que todos los llamamientos tienen igual dignidad ante Dios, pero no todos ayudan a las personas de formas igualmente poderosas. De todos los regalos que puedas dar a la gente, ¿qué podría ser más grande que revelar la gracia salvadora de Dios?

Al final tengo que estar del lado de Lutero teológicamente, pero tengo que admitir que a menudo cuando estoy predicando con la ayuda de Dios me siento exactamente como Lloyd-Jones se sintió.

Texto extraído de la web: Coalición por el Evangelio