«Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.” (Ex.20:12). Así reza el primer mandamiento de la segunda Tabla de la Ley de Moisés. Según Lutero, el lugar que ocupa este mandamiento muestra su preeminencia sobre el resto de la segunda Tabla de la Ley. Así, la desobediencia a los padres es un pecado mayor que matar, robar, adulterar o mentir. Tan importante es este mandamiento, que la salvación está ligada a su obediencia. La larga vida que se promete al hijo obediente es vida en la tierra que el Padre le prometió a Israel, sombra de esa ciudad celeste prometida a los creyentes.

La honra debida a los padres implica obediencia a sus palabras y temor reverente a sus castigos. El hijo que honra a sus padres no se avergonzará de su pobreza, ni de su falta de estudios; no se reirá de sus debilidades ni los despreciará por sus pecados. Tal actitud demostraría una dureza desmedida en el corazón de un hijo. Y aunque una medida de esta rebelión acompañe a todo niño, la Escritura prescribe la sumisión de los hijos a sus padres para que esa rebelión sea vencida por la instrucción piadosa y la disciplina determinada. Padres que corrigen con amor y firmeza a sus hijos obran para su salvación, abren la puerta para que la gracia alcance sus corazones.  

El problema de nuestros días es que muchos padres claudican de sus responsabilidades. Con tal de no enfrentarse a sus hijos, son condescendientes con ellos en todos sus deseos. Al hacerlo, tienen la sensación de que sus hijos les honran, y ellos se sienten satisfechos. Pero en el fondo están dejando su rebelión escondida y, tarde o temprano aparecerá, no solamente ante los padres sino ante Dios. Los padres que no confrontan a sus hijos permiten que el dragón de la soberbia y el orgullo permanezca en sus corazones ¡y no hay nada peor! Mejor es un padre que corrige torpemente, al que de ningún modo lo hace. Y mejor aún es un padre que corrige según la palabra de Dios. 

Por lo tanto, padres, corregid a vuestros hijos; y vosotros, hijos, orad al Señor para que os dé un corazón que honre sinceramente a vuestros padres (ver: Efesios 6:1-4).


Pr. Pedro Blois

Una respuesta a «Honra a tu padre y a tu madre»

  1. Avatar de Javier Castilla
    Javier Castilla

    Que el Señor nos ayude y fortalezca para ser constantes, firmes y amorosos en la práctica de la disciplina de nuestros hijos; en orar con ellos y hacerles ver que el camino de la obediencia conduce a la felicidad y a la paz. Que nuestro ejemplo les muestre la verdadera dicha, para que, “codiciando” nuestro gozo, conozcan al Señor y, entre otros beneficios, puedan evitar caer en las estafas y seducciones de este mundo lleno de falsas ilusiones y espejismos.

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