Así reza el dicho popular: “Al que madruga Dios le ayuda”. La Biblia, por su parte, prefiere el descanso: “Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, y que comáis pan de dolores; pues que a su amado dará Dios el sueño” (Sal 127:2). Por lo tanto, reivindico más horas de sueño. Sí, me atrevo hacerlo en Andalucía, la tierra de la siesta. Aquí mismo levanto bandera a favor de más horas de sueño.
El sueño agradable es dulce expresión de la fe. La Escritura enseña que la salvación acontece en la quietud, en el descanso y el reposo. Cuando Israel estaba entre el mar y el ejército del Farón, Moisés dijo: “Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos” (Éx 14:14). También en tiempos del rey Josafat, cuando Judá temía a Moab y Amón, dijo Dios: “No habrá para qué peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros.” (2 Cr 20:17). Mirad cómo lo expresa Isaías: “En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza.” (Is 30:15).
Este asunto del descanso no es baladí, es algo serio. No descansar es no confiar. Ser incapaz de dormir es dudar de las promesas del Padre. Pensar que Dios nos bendice porque madrugamos es confiar en la justicia propia. Por lo tanto, en estas vacaciones, duerme, descansa, aprende a pasar tiempo en santa ociosidad. Es el buen deber del santo hacer la siesta si lo desea y disfrutar con su familia viendo las olas del mar.
Pedro Blois
Que el Señor siempre nos ayude a descansar en Él, en toda situación. Bendiciones
Amén! Que así sea. Oro para que tengas un verano bendecido, Myriam. Un abrazo fuerte!