“Si fueren destruidos los fundamentos, ¿qué ha de hacer el justo?” Salmos 11:3.
A veces no sabemos por dónde empezar. Son tantas las cosas que hay que poner en orden que nos vemos paralizados, incapaces de dar el primer paso. Esto puede ocurrir por diversas razones. Cito dos:
La primera es pensar que el resultado final está en nuestras manos. Creemos que los cambios que necesita nuestra vida, nuestro hogar o la sociedad dependen de nosotros. Esto hace con que nos veamos abrumados con la realidad y paralizados ante el peso de la responsabilidad… Pero no es así. Jesucristo es el Rey. Es cuestión de tiempo para que todos y cada uno de sus enemigos estén bajo sus pies. Él se encargará de hacer que los resultados sean aquellos que Le den gloria y beneficien a Su Pueblo.
Segundo, queremos que los cambios acontezcan rápido y todos a la vez. La impaciencia promueve movimientos erráticos, cansancio excesivo y, finalmente, pereza. Pero, de nuevo, no es así. Hemos de reconocer que los cambios que de verdad importan llevan tiempo. El cambios de carácter, el fruto cristiano, la crianza de los hijos, el ministerio que Dios ha puesto en nuestras manos… todo eso acontece según los tiempos de Dios, según Él ha ordenado en su buena voluntad. Él moldea los tiempos.
¿Qué nos corresponde hacer? Dar un paso de obediencia a la vez. Hoy es el día. Hoy es el día en el que debes orar, leer la Biblia, trabajar con ahínco, servir a tu esposa, leer un buen libro a tus hijos, ir a la Iglesia y, en definitiva, hacer aquello que Dios ha puesto delante de ti. En vez de preocuparte excesivamente por la Gran Historia, y por los tiempos que conciernen a Dios, ocúpate de obedecer en el día de hoy.
Pedro Blois