Es el momento de ponerlo todo en perspectiva …

El domingo pasado, después del culto, una hermana de otra congregación me dijo que teníamos el privilegio de ser la iglesia anfitriona del comienzo del avivamiento en España. Se refería a la conferencia de mujeres del ministerio Aviva nuestros Corazones, que tuvo lugar este fin de semana, y de la que, en efecto, tuvimos ocasión de ser la iglesia anfitriona.

¿Qué decir del comentario de la hermana?

Primero, que nos sentimos enormemente privilegiados por haber sido parte de este evento. Es notable todo lo que Dios ha hecho en estos días. Mil mujeres de distintos lugares de España, y del mundo, se reunieron para exponerse a la enseñanza sobre la feminidad bíblica. Sin paños de agua caliente, y con toda la potencia de la Escritura, se expusieron las verdades bellísimas y contraculturales de lo que significa ser una mujer verdadera. Y todo esto tuvo lugar en un ambiente hermoso de comunión y adoración. No podemos más que estar agradecidos por todo lo que el Señor ha hecho en nuestro medio.

¡Lo celebramos!

Segundo, que sea el comienzo de un avivamiento está por verse. Lo deseo sinceramente. De todos modos, es importante que veamos todas las cosas bajo una óptica bíblica y saludable. En lo que respecta a mí, como pastor, la participación en estos eventos me parece bella y saludable; pero mayor evidencia de avivamiento es ver la iglesia llena en una reunión de oración semanal, en la que la iglesia local derrama su corazón en clamor sincero delante de Dios. Los avivamientos tienen lugar cuando la presencia de Dios desciende con poder en los lugares más sencillos e inverosímiles, cuando no hay mayor motivación por la que acudir que no sea buscar el rostro del Señor. Los avivamientos se expresan cuando, de un modo determinado y amante, la madre se queda en el hogar para cuidar a sus hijos, y el padre ocupa su lugar como pastor de la familia. En definitiva, el avivamiento ocurre en la sencillez del aposento alto.

¿Por qué os doy esta reflexión? Para que aprendamos a ver lo que acontece con una óptica sabia y madura. Estamos agradecidos por estos grandes eventos. Nos gozamos al ver a tantas hermanas exponiéndose juntas a las verdades robustas de la Palabra de Dios. Es un deleite exponerse a los bellos dones que Dios reparte en su Iglesia. Pero no confundamos las cosas. El fruto de orden eterno y espiritual aparecerá en la pequeña reunión de oración de la iglesia local, y en la obediencia que tiene lugar en el seno del hogar. Si no perdemos esta perspectiva, estos eventos nos harán bien, y no mal.

¡Sigamos adelante!


Pedro Blois

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