“Si fueren destruidos los fundamentos, ¿qué ha de hacer el justo?” Salmos 11:3.

Todo cambio social que no emane de una transformación del corazón será estético, superficial. Puede que consiga reformas en cierta medida favorables, pero jamás logrará aquella clase de resultados que glorifican a Dios y traen alegría duradera a los hombres. Esto sólo puede venir del nuevo corazón.

Esta es la razón por la que la política es insuficiente. Leyes justas y correctamente aplicadas son fundamentales para la manutención de la sociedad, pero ¿Qué puede hacer la ley si el corazón de los hombres se corrompe en extremo? La sociedad, agobiada por la corrupción, aumenta indefinidamente el número de leyes que la rigen queriendo refrenar un mal imparable, un mal del corazón.  

Más de lo mismo acontece con la educación. La buena educación es clave para establecer los fundamentos de la sociedad, pero insuficiente. Algunas de las sociedades más educadas de la historia universal han sido artífices de los actos más atroces de los que tenemos registros. No, la educación no es suficiente.

“Os es necesario nacer de nuevo” (Juan 3:7). Los cambios profundos que necesita la sociedad sólo pueden venir por la predicación del evangelio de Jesucristo – su muerte y resurrección – por el que el Espíritu de Dios cambia el corazón de los hombres. Y es necesario que cada uno de nosotros se asegure de tener este nuevo corazón. Si queremos cambios permanentes en nuestras vidas, matrimonios, familias, iglesias y sociedad, debemos comenzar por el nuevo corazón. Amigo, ¿tienes un nuevo corazón?


Pedro Blois

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