El fin de semana pasado celebramos el retiro anual de nuestras iglesias locales. Fue un tiempo de comer el pan de la Palabra y de celebrar juntos alrededor de la mesa. Deseo aprovechar el espacio de pensamientos para plasmar, en los días que vienen, algunas de las verdades que hemos aprendido juntos.

La primera de ellas: que una iglesia de “Biblia abierta” es una iglesia que atrae y ahuyenta. Es inevitable que la fidelidad a las Sagradas Escrituras y al testimonio cristiano opere este doble efecto. Muchos se verán atraídos por la potencia del amor cristiano y la luminosa autoridad de la verdad divina, mientras que otros se mofarán de la iglesia diciendo que no pasa de una borrachera (Hechos 2:13).

¿Qué podemos hacer al respecto?

En primer lugar, aceptar que estamos ante un efecto inevitable. Si ocurrió con la iglesia primitiva, ¡también pasará entre nosotros! Segundo, hemos de reconocer que es una buena señal (2 Corintios 2:15-17). No hay nada más peligroso que limar las aristas de la verdad y del testimonio cristiano con el propósito de llenar un auditorio. Este doble efecto es una de las evidencias de que se está siendo fiel a la Palabra de Dios. En tercer y último lugar, este doble efecto nos hace reconocer que la salvación es del Señor (Jonás 2:9). Aunque nosotros tenemos el asombroso privilegio de ser testigos del evangelio, la prerrogativa de salvar pertenece al Señor, para que también la gloria sea dada a Él. Postrémonos ante Él y adoremos.    


Pedro Blois

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