Estoy leyendo el libro El Plan de Batalla de Dios para la mente, de David W. Saxton (Editorial: Teología para vivir). Lo recomiendo a toda la iglesia. En el libro Saxton nos provee de un compendio de la enseñanza de los puritanos sobre la meditación. Como está enriqueciendo tanto mi vida, aprovecharé el blog para comenzar una miniserie sobre la meditación bíblica.

Comencemos con la primera reflexión:

“Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él” (Pr.23:7).

Partamos del principio de que los pensamientos más profundos del hombre definen su identidad y rigen todo su modo de proceder. Estos razonamientos internos, gobernados por los afectos del corazón, mueven el timón de toda nuestra vida en una determinada dirección. Por eso, no hay mayor peligro que albergar pensamientos vanos (Ef.4:17), que permitir que nuestras mentes naveguen a la deriva en ideas que pululan irreflexivamente. El apóstol Pablo era muy consciente de ello. Una y otra vez nos advierte que debemos vigilar lo que pensamos (Fil.4:8), y que la santificación en la vida cristiana pasa por una renovación de nuestro entendimiento (Rom.12:2; Ef.4:23). Hermanos, lo que pensamos importa… e importa mucho.  

La vida bienaventurada es aquella que aprende a meditar en la Biblia (Sal.1:1-3). La paz del creyente pasa por perseverar en los pensamientos divinos (Is.26:3). El fruto del Espíritu florece en aquellos que echan raíces en la palabra de Cristo (Jn.15:5, 7). Por lo tanto, tengamos en cuenta lo que pensamos, tomemos el timón de nuestra mente y llevémosla a los buenos puertos de la Palabra Divina. En las próximas reflexiones veremos cómo hacerlo y los desafíos que encontraremos en el camino. De momento, solamente te animo a prestar atención a lo que piensas, porque cual es tu pensamiento en tu corazón, ¡así eres! (Pr.23:7).


Pedro Blois

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