
Una de las razones del pensamientos superficial de nuestro tiempo es el desespero. ¿Por qué ser reflexivos si no hay nada por lo que valga la pena pensar? La proclama postmoderna de que no existen verdades absolutas, de que no hay tal cosa como un meta relato que explique nuestra existencia, opera como un corrosivo para el pensamiento profundo. Si no existe una verdad amplia, lo único que nos resta es especializarnos en una pequeña área del saber, o dedicarnos a perder el tiempo en pasatiempos.
El cristiano no puede avanzar en semejante dirección. Habiendo sido dotados de la palabra divina, tenemos el deber y el privilegio de usar nuestras mentes de un modo provechoso. Y la Escritura nos provee de abundante material en el que pensar. Dejadme citar algunas de las verdades en las que meditar:
Acerca de Dios, sus atributos y obras. Cada una de las narrativas bíblicas nos muestran elementos propios del carácter divino. Desde la Creación, pasando por sus juicios en la Caída y sus grandes obras de Salvación, todo despliega distintas facetas del carácter del Dios Trinidad. De todos los temas bíblicos en los que podemos meditar, ninguno se iguala al que trata de Dios. Citando los pensamientos de Spurgeon, este tema es capaz de humillarnos, ensanchar nuestras mentes y sanar nuestros corazones. Bienaventurado el hombre que cuyos pensamientos perseveran en Dios, pues ciertamente encontrará paz (Is.26:3).
Acerca de la humanidad. La Escritura nos enseña quiénes somos. Tanto en términos de nuestra dignidad, como del deplorable estado en el que nos encontramos a causa del pecado, todo está claramente detallado en las Escrituras. Somos un enigma para nosotros mismos hasta que no nos deparamos con la Palabra de Dios. Pero la Biblia es capaz de discernir las intenciones más profundas del corazón, y enfrentarnos a un espejo que nos muestra con toda claridad cuál es nuestra condición. Todos necesitamos desesperadamente depararnos con ese espejo y conocernos a nosotros mismos. A fin de cuentas, ¿quién, sino Dios, conoce la profundidad en la que nos ha afectado el pecado, y cuánto necesitamos de su gracia?
Acerca de la voluntad de Dios para con nuestras vidas. Sin la Biblia estamos en un laberinto, en un callejón sin salida, en una noche oscura y tenebrosa. La Biblia es el mapa divino que guía nuestro caminar. Pero ella es más. La Escritura tiene la potencia para hacer en nosotros lo que de nosotros demanda. Por eso, en la medida en la que nos da sabiduría – nos enseña el camino en que debemos andar –, crea el camino ante nosotros. La Palabra llama en nuestras vidas lo que no es a existencia (Rm.4:17). Gloria a Dios.
Pedro Blois
Amén y Amén 🙏