
“En tu luz veremos la luz” Salmos 36:9b.
Muchos cristianos viven en dos esferas distintas. La primera es la esfera religiosa, en la que asisten a la iglesia, leen sus biblias, oran, tienen comunión unos con otros, etc. La segunda trata de la vida secular. En esta van al trabajo, estudian, tienen tiempos de ocio, hacen sus compras y así por delante.
Hemos de reconocer que, en alguna medida, todos sentimos la tensión de estas esferas, pero para algunos la brecha entre ambas es enorme, especialmente en su modo de pensar. Cuando hablan de asuntos espirituales tienen un punto de vista bíblico, pero al dar sus opiniones sobre la política, las ciencias, el arte o el ocio, toman sus ideas de otras fuentes, como si de repente las Escrituras ya no fueran relevantes.
Considerando que, en alguna medida, todos luchamos con esta brecha, ¿cómo podemos solventarla? ¿Cómo desarrollar una cosmovisión bíblica que abarque todas las dimensiones de la vida? ¿Cómo pensar bíblicamente sobre la familia, la sociedad, el dinero o el trabajo? Nuevamente, os propongo la meditación.
Una de las dimensiones más importantes de la meditación es su aplicación práctica a todos los ámbitos de la vida. Al meditar, queremos que la Escritura moldee nuestra manera de pensar y vivir en cada aspecto de nuestra experiencia: como esposos, esposas, padres, madres, hijos, trabajadores, vecinos, miembros de la iglesia y jugadores del equipo de fútbol de la barriada. La Escritura debe ser absorbida y digerida por el creyente a grado de formar una cosmovisión que abarque toda la vida. Jesucristo es el Rey, y debe ser Rey en cada área de nuestras vidas. Y para ello sólo hay un camino: medita, medita, medita.
Pedro Blois